Otras, son ésas que uno deja entornadas para que él empuje apenas y pase.
Son las que más tardan en cerrarse. Las que abrimos a un amor que justo era el que deseábamos pero no el que nos correspondía.
Insistimos una vez, otra más y otra.
No quiere. No es, erramos.
Sufrimos como adolescentes aún siendo adultos hasta que comprendemos. A nadie se puede forzar a entrar, menos a que se quede adentro.
Cosas perdida: tiempo y energía. Luego descubrimos que el amor no era Amor -por lo que no se pierde-
Era necesidad. Y ésa se satisface de varias maneras, entre ellas comiendo.
La puerta se cierra sola, tarda en abrirse nuevamente.
Memoria, no eres nada frágil.
miércoles, 26 de marzo de 2008
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